Los pecados del primíparo
Más libertad para desarrollar sus
propias ideas. Ese es uno de los cambios que se imagina Sara Manuela Graciano
Correa, cuando cambia su vida colegial por la universitaria. A sus 16 años y en el año 2012, tenía la posibilidad de ser una nueva estudiante en la Universidad , pues fue admitida para Ciencias Políticas y Derecho,
respectivamente.
En cualquier institución de educación superior, pública o privada, los expertos coinciden en que la libertad que tienen los nuevos universitarios no es solo para las ideas, también para manejar las horas de estudio y de descanso.
No se trata solo de los "huecos", uno de los cambios sustanciales entre la vida colegial y la universitaria es la libertad con la que deben asumir el estudio, "por ejemplo, la asistencia o no a clase es uno de los elementos que producen mayor desconcierto en los jóvenes y deben aprender a decidir con responsabilidad. Cumplir con fechas de exámenes, tareas y compromisos adquiridos con sus docentes garantizarían un devenir académico en un ambiente de bienestar".
Algo parecido cree Jorge Iván Ríos, investigador y docente, quien advirtió que muchos por mala planificación llegan al final del semestre con los trabajos acumulados y tiempo solo para algunas materias.
Y la rumba
El manejo del tiempo está relacionado con el incremento de la vida social que comienza con las tradicionales fiestas de integración. Desde algunas universidades se consideraron que hay estudiantes que se centran en "actividades lúdicas y recreativas para el establecimiento de vínculos sociales, descuidando las responsabilidades académicas".
Y es que en algunos casos, los padres sienten que tenían un hijo cuando estaba en el colegio y otro cuando entró a la universidad.
En la vida universitaria, aparecen situaciones nuevas relacionadas con la diversidad sexual, cultural, religiosa, diferencias en los métodos de enseñanza y cercanía con problemáticas sociales como el consumo de drogas o problemas de orden público.
Los padres de los primíparos también cometen errores. Uno de ellos es considerar que sus hijos son adultos porque son universitarios, pero la mayoría de jóvenes ingresa entre 16 y 19 años de edad, y enfrentados a ese nuevo mundo requieren que sus padres mantengan "una comunicación abierta, tranquila, de confianza con sus hijos de tal modo que puedan percibir y orientar las situaciones que sus hijos están vivenciando y las maneras como estos las enfrentan.
Tampoco se puede caer en la sobreprotección, y la recomendación que hace Jeannette Lerner Matiz es que los padres de familia confíen en sus hijos, entiendan que crecieron, son autónomos e independientes para tomar sus decisiones.
Esa confianza es la que dice tener Sara Manuela Graciano de sus padres y como estudia en un colegio público no cree que la afecte mucho el cambio del colegio a la U, aunque reconoció que siempre ha tenido expectativa por conocer cuáles son las situaciones de ese nuevo mundo.
En cualquier institución de educación superior, pública o privada, los expertos coinciden en que la libertad que tienen los nuevos universitarios no es solo para las ideas, también para manejar las horas de estudio y de descanso.
No se trata solo de los "huecos", uno de los cambios sustanciales entre la vida colegial y la universitaria es la libertad con la que deben asumir el estudio, "por ejemplo, la asistencia o no a clase es uno de los elementos que producen mayor desconcierto en los jóvenes y deben aprender a decidir con responsabilidad. Cumplir con fechas de exámenes, tareas y compromisos adquiridos con sus docentes garantizarían un devenir académico en un ambiente de bienestar".
Algo parecido cree Jorge Iván Ríos, investigador y docente, quien advirtió que muchos por mala planificación llegan al final del semestre con los trabajos acumulados y tiempo solo para algunas materias.
Y la rumba
El manejo del tiempo está relacionado con el incremento de la vida social que comienza con las tradicionales fiestas de integración. Desde algunas universidades se consideraron que hay estudiantes que se centran en "actividades lúdicas y recreativas para el establecimiento de vínculos sociales, descuidando las responsabilidades académicas".
Y es que en algunos casos, los padres sienten que tenían un hijo cuando estaba en el colegio y otro cuando entró a la universidad.
En la vida universitaria, aparecen situaciones nuevas relacionadas con la diversidad sexual, cultural, religiosa, diferencias en los métodos de enseñanza y cercanía con problemáticas sociales como el consumo de drogas o problemas de orden público.
Los padres de los primíparos también cometen errores. Uno de ellos es considerar que sus hijos son adultos porque son universitarios, pero la mayoría de jóvenes ingresa entre 16 y 19 años de edad, y enfrentados a ese nuevo mundo requieren que sus padres mantengan "una comunicación abierta, tranquila, de confianza con sus hijos de tal modo que puedan percibir y orientar las situaciones que sus hijos están vivenciando y las maneras como estos las enfrentan.
Tampoco se puede caer en la sobreprotección, y la recomendación que hace Jeannette Lerner Matiz es que los padres de familia confíen en sus hijos, entiendan que crecieron, son autónomos e independientes para tomar sus decisiones.
Esa confianza es la que dice tener Sara Manuela Graciano de sus padres y como estudia en un colegio público no cree que la afecte mucho el cambio del colegio a la U, aunque reconoció que siempre ha tenido expectativa por conocer cuáles son las situaciones de ese nuevo mundo.
Fuente: http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/estos_son_los_pecados_del_primiparo/estos_son_los_pecados_del_primiparo.asp
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